sábado, 10 de septiembre de 2011

Imaginario de la infancia

Con varios más años me siento en esa plaza, en las mismas bancas que en plena dictadura eran nuestro espacio de libertad, el lugar aislado de los alrededores en el que crecimos mientras hablábamos de nuestro futuro, de nuestros sueños, sin certeza de lo que vendría, por eso nuestra imaginación volaba, aunque el tiempo superó esos sueños.

Mientras observo los edificios que ahora se ven desde ahí y me dejan en claro que ya no existe ese aislamiento en que crecimos, no puedo dejar que los recuerdos se sienten al lado mío. En segundos viene todo a la memoria, cuando esa plaza ni las casas existían y era solo un terreno en que nuestros padres proyectaban su futuro, mientra ellos dejaban volar su imaginación entre la maleza y los árboles, nosotros, los niños y niñas jugábamos en ese terreno que era todo nuestro y mientras nos conocíamos dejábamos en suspenso nuestra amistad.

Entre risas hubo un instante en que el sol del atardecer iluminó tu sonrisa y tus ojos, no pude recordar tu nombre, no eras el que había llamado mi atención esa tarde, con los años sólo recordé que estabas tú con tu hermana. Cuando ese terreno desapareció entre las casas que habitamos no te volví a reconocer, por lo menos desde el consciente, pensé que formabas parte del imaginario de la infancia y lo deje sólo en eso, en un recuerdo de cuando el tiempo se detuvo.