Eran las mismas largas escaleras, pero en vez de subirlas debía bajarlas y cuando logró llegar al final existían muchas alternativas para continuar, pero ese espacio previo a la diversidad estaba demasiado oscuro como para tomar una decisión con confianza. El miedo se apoderó de ella, un sueño logró paralizarla y el llanto reprimido se liberó. No fue capaz de tomar decisión alguna.
Sólo quería volver a subir esas escaleras, a lo que creía conocido, aunque si hacía un esfuerzo no lograba recordar de donde había partido. No pudo subir al escuchar voces de personas que venían bajando, el orgullo no le permitía que la vieran paralizada ni menos llorando. Abrió una puerta y se escondió en un cuarto, que al principio le pareció un cuarto de limpieza y de a poco se fue transformando en un cuarto de curación, que de la oscuridad absoluta paso a iluminarse a la vez que ingresaban las sanadoras. Una de estas sanadoras la miró y junto con percibir sus miedos alertó de las herramientas que ella poseía para convertirse en una sanadora, ella también lo presiente, sonríe y las fuerzas que antes no tenía empiezan a aparecer. Abre la puerta y da un paso para tomar una decisión ante ese abismo.