Nuevamente aparece uno de mis sueños comunes. Estaciones gigantescas en que los trenes se pierden, en las cuales el acceso a los vagones es interminable y confusa, escaleras que suben y bajan sin un único destino, se cruzan e intercruzan y nunca llegó al lugar donde tengo que llegar, veo los trenes, pero cuando pienso que he tomado la escalera correcta termino en otro lado.
Escaleras que a veces no tienen fin o en el que desaparecen de un momento a otro sus escalones, dificultando aún más el avanzar hacia un destino incierto. Otras veces las escaleras parecen no tener fin, pero de improviso llego al último peldaño sin que exista algo más, sólo yo y el abismo.
Otras veces logro llegar a los vagones de trenes, pero siempre están distantes, las puertas se abren de otro lado, no se detienen en el lugar en que espero, no logro subirme a ninguno de ellos. Las estaciones son oscuras, llenas de personas desconocidas que siempre logran acceder a uno de esos trenes, yo en cambio no puedo, tengo que cruzar entre las líneas, saltar, correr, pero todo esfuerzo es inútil, no puedo acceder a los trenes, siempre están muy lejos, no estoy en el lugar correcto ni en el momento oportuno.
Pero esta vez el sueño es distinto, el acceso es extenso pero claro, las escaleras si llevan a un lugar determinado y el tren se detiene en el lugar en que estoy, logro subirme y viajar cómodamente, hay mucha luz, no creo que lo haya logrado, necesito bajarme para comprobar donde voy y si una segunda vez lograré subirme. Pero todo funciona, voy segura porque sé a que lugar me dirijo, voy feliz porque por fin lo he logrado, estoy ansiosa pensando que habrá más allá. Despierto sin llegar a mi destino, sin conocer el lugar de mis sueños, que se ilumina con cada avance y se embellece con prados y árboles que si dejan ver el horizonte, espero una vez despierta reconocer ese lugar para poder decir: acá me quedo.
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