- ¿Lo crees justo?
- No, no lo es pero es la verdad. No puedo engañar los sentimientos de otros, sé lo que se siente y se que tarde o temprano descubrirás el engaño. Y te puede parecer injusto, incluso doloroso lo que te digo, pero con el tiempo sabrás que es mejor, si te genero falsa expectativas la ilusión se acrecienta y si nunca pasa de ser más que una mera ilusión el olvido es más lento.
- ¿Entonces?
- Entonces, es como te digo, en mi corazón manda capitán no marinero.
- ¿Y algún día seré capitán?
- No lo se, no te puedo decir que sí ni que no. Forma parte de la incertidumbre.
- ¿Y qué tengo que hacer para ser capitán?
- Tampoco lo se. Si lo supiera buscaría otra persona con características similares a mi capitán para poder olvidarlo, pero no se qué es lo que hace que él ocupe el lugar que ocupa en mi vida. Es una seducción y atracción que no lo pude entender en el pasado ni lo puedo explicar ahora.
- Creo que es mejor que no me lo dijeras.
- Y cómo te explicaría mi desconcentración cuando tú me hablaras y mi mente estuviera kilómetros lejanos; o cuando recordara aquel viaje y mis ojos extrañamente brillaran, o dijera su nombre al recordar una anécdota con mi capitán y mi voz cambiara y mi rostro se iluminara de una alegría que tú no has generado; o cuando me sentara en el balcón con la mirada extraviada hacia el noreste intentando traspasar la cordillera, mientras tu voz sonara lejana sin yo poder demostrar que estoy presente; o cuando cerrara los ojos mientras mis dedos se mueven en el vacío recorriendo su espalda y yo sonriendo. Y ni decirte de esos días que no querré verte porque la nostalgia se instaló en mi casa y sólo quiero quedarme con mis recuerdos que se vienen en imágenes, olores, sensaciones, tacto, voces, en fin, en presencia absoluta. ¿Crees más justo eso?
- No, pero ahora sabré lo que pasa cuando estás ausente o tu mente divaga en el infinito.
- Sí y por lo mismo tú decides, quieres quedarte esperando quizás algún día ser capitán o prefieres huir y no ser marinero.
- ¿Y cuándo seré capitán?
- Cuando yo logre olvidarlo y todo lo vivido y lo no vivido sólo sea un recuerdo, un bello recuerdo. O cuando mis uñas dejen de crecer con tristeza añorando la piel de su espalda. Y mi lengua ya no tiemble al pronunciar una Z; o pueda entrar a cocinar para otra persona que no sea él; o no me apresure para llegar a casa antes de las 9:20 y me sienta a esperar a quien nunca llegará.
- ¿Y si mientras espero, él vuelve?
- Eso no pasara, porque él también tiene su capitán y yo sólo fui un marinero de corta estadía en su puerto.
- ¿Algún día lo olvidaras?
- No lo se.
- No sabes nada.
- No, sólo se que la primera vez y la última que pensé en amor fue con él.
- Y donde manda capitán no manda marinero.
- Eso es todo lo que se.
- Me quedo, esperando, si alguna vez logras amarme como lo amas a él todo valdrá.
- ¿Y si nunca logro amarte?
- Por lo menos lo intente y estuve contigo, ¿acaso tú no hiciste lo mismo?
- Sí.
- ¿Y, fue significativo para ti?
- Sí, porque pude estar y sentir a quien amaba. Además, fue una historia intensa con un desenlace inesperado, pero siempre es mejor vivir que no hacerlo. Uno nunca sabe lo que pasará, por eso hay que jugar el juego, el desenlace de una historia siempre es incierto y en cualquier momento puede cambiar.
- Pareciera que lo siguieras esperando.
- Quizás sí, quizás no.
- Aún así me quedo.
- Si te quedas es sin arrepentimiento.
- Ok.
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