domingo, 25 de octubre de 2009

Segundas Oportunidades

Nunca he entendido mucho lo de las segundas oportunidades, cuando después de años dos personas que tuvieron una relación se reencuentran y surge en un segundo el amor. No lo entiendo porque creo que las personas en esos años ya no son las mismas, han cambiado, han vivido experiencias distintas, han madurado, ha tenido aciertos, desaciertos, tropiezos, heridas que se han abierto y otras que han sanado. Entonces cómo es eso de volver a encontrarse con alguien y pensar que todo sigue igual como quedo en un momento, que vuelva ese sentimiento que una vez los unió y, ni siquiera es el desamor del último tiempo sino el de los primeros meses, ese amor intenso y que a uno la tiene en la ilusión y felicidad máxima.

Corrijo, no lo entendía, pero ahora sí, no porque lo esté viviendo, he pasado por eso de tratar de revivir viejas historias, pero no es lo mismo que intento explicar acá. Estoy hablando de dos personas que estuvieron juntas y tuvieron una historia de amor, se separaron y con los años se reencontraron y se volvieron a enamorar, algunos dicen incluso que el amor siempre estuvo ahí. Eso era lo que no entendía, pero ahora creo entenderlo un poco mejor.

Y creo que va por el lado de lo vivido y como con el tiempo lo vamos sobrevalorando o apreciando de forma distinta. Porque cuando después de esa historia de amor (aunque sea con desenlace triste para una de las partes) vamos por la vida de desilusión en desilusión, aunque los años pasen nos acordamos de esa persona, aunque ya lo creamos historia muerta, basta una desilusión aunque sea pequeña para acordarse de lo vivido anteriormente, y ahí sale la típica frase: mi “ex” no era así o no hubiera actuado así. Y claro vamos exaltando lo bueno y no lo malo, porque para lo malo tenemos al que está delante de uno. Que el “ex” me cuidaba y mimaba cuando estaba enferma y éste otro no me da ni un vaso de agua, que el “ex” hablaba los problemas y no los evadía como el que está al lado mío viendo tele mientras yo quiero hablar de algo importante, que el “ex” me miraba a los ojos al decirme algo y no dándome la espalda; que al “ex” si alguna vez se me ocurría cocinar se lo comía callado y celebraba mi ingreso a la cocina y al que está frente me encuentra todo malo. En fin, nos acordamos que el “ex” nos amaba y nos trataba como reinas y éste no le llega ni a los talones, que éramos la pareja ideal y con éste somos un desastre. Claro que entre tanta comparación se nos olvidan ciertos detalles como que el “ex” era un cara de raja y le coqueteaba a mina que estuviera delante, que más de alguna vez fue infiel y otros detalles nada de digno, eso se nos olvida porque para lo malo tenemos a uno enfrente que no está dando muchos dolores de cabeza. Y claro generalmente nuestra comparaciones empiezan al instante, lo cual no es justo para el otro porque comparamos años con días, si tuviéramos buena memoria y nos acordáramos como se comportaba el “ex” los primeros días seguro que sería igual al que tenemos al frente.

Si ese tipo de análisis los hacemos varias veces, como en los últimos años he tenido que hacer yo que voy de tropiezo en tropiezo, es lógico que si una vez nos volvemos a encontrar con el “ex” lo veremos como el hombre ideal para uno, en comparación a los otros y, claro, nos volvemos a enamorar y todo lo demás.

Pero estamos olvidando un gran detalle, años de compartir con alguien, de aprender amar, a estar juntos, a madurar, a reírse en los buenos momentos y a ser un fiel compañero en esos momentos de tristeza, a conocerse día a día, es toda una experiencia que no se puede comparar con días, porque de eso nos queda en la memoria la generalidad, la suma de los años, en cambio, con el nuevo queda la particularidad, el día a día; por eso siempre ganará el “ex”. Así que si alguna vez se vuelven a encontrar con el modelito, el “ex”, no asuman que es el mismo, compárenlo con él mismo y de seguro que también saldrá perdiendo.

http://www.youtube.com/watch?v=xoQy71PR_GE&feature=related 

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